¿Cuando y cómo debe aprender a andar un niño?
Los padres somos bombardeados por consejos de cómo hacer esto o lo otro con nuestros hijos, nos sentimos perdidos y no sabemos cómo actuar, lo hacemos lo mejor que podemos.
Esta entrada solo pretende compartir con vosotros, padres, abuelos o educadores una inquietud, un aprendizaje de mi formación como maestra.
No puedo evitar sentir "lástima" por esos pequeñines que veo en el parque con sus piernecitas arqueadas por el pañal y el peso de su cuerpo, mientras papá, mamá o la abuelita le coge de sus deditos para que ande, o de aquellos a los que levantan para que no gateen (y no se ensucien ese precioso vestido o pantalón). Sé que ellos han visto siempre hacer eso y les parece normal y correcto...siempre me siento tentada a decirles "hay investigaciones que dicen que los niños que gatean son más inteligentes, pues dicen que con este patrón de movimiento se realizan gran cantidad de conexiones neuronales"...es una manera de decir si tarda más en andar será más listo...son ganas de convencerles para que dejen a sus hijos MOVERSE EN LIBERTAD.
Moverse en Libertad de Emmi Pikler, es uno de esos aprendizajes significativos que me marcó en mi primer año de estudios de magisterio. Leí este libro y me enamoró.
Emmi Pikler, pediatra austriaca y directora de una institución de acogida para niños huérfanos y abandonados (Instituto Lóczy de Budapest), en el que desarrolló la base de su pedagogía: Moverse en libertad.
Los pilares de su teoría son:
- La autonomía: a través de la libertad de movimiento.
- La relación con el adulto a través de la parte asistencial (cambio del pañal, alimentación, vestido...).
- Apego del niño con una educadora de referencia, que le daría seguridad y estabilidad.
- Hacer al niño consciente de su propio cuerpo y del entorno a través de la interacción con materiales y espacios de la vida cotideana.
Es importante que los padres comprendan que el hecho de que el niño actúe es fundamental para su desarrollo psicológico, es necesario que el niño dentro del ambiente familiar pueda tener acceso al máximo de experiencias. Por ejemplo, a un bebé no le podemos enseñar a ponerse de pie. Es el niño el que tiene que hacer ese descubrimiento en un espacio de seguridad, estimulado por las palabras de sus padres, pero esa conquista de lograr ponerse de pie es necesaria para su desarrollo. Pero, tristemente, los padres intervienen en este proceso y lo precipitan, le hacen andar, ponerse de pie cuando todavía no puede, y lo que hacen es provocar la inseguridad afectiva del niño.
Es cierto. ¡Mi hijo sabe andar con ocho meses!, solemos vanagloriarnos los padres.
¡O leer con dos años! Ése es el narcisismo de los padres que no pueden esperar y que quieren que su niño sea adulto precozmente y quieren que el niño piense como un adulto. Pero nunca, jamás, un niño puede pensar como un adulto.
¿Un niño, una niña, tienen que ser «movidos»?
Moverse para un niño es vivir, actuar es existir, hacerle actuar es fundamental, pero cuando es un espacio controlado. No puedes impedirle a un niño que se mueva, sería la represión total de su evolución.
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